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Investigación detecta residuos de plaguicidas en el polen

Fecha de Publicación: 23/06/2016

El estudio de la Universidad de Purdue muestra que las abejas melíferas recolectan la mayor parte de su polen de plantas que no son comestibles.

{googleads right}Incluso en áreas dominadas por los cultivos de maíz y soya; y ese polen se contamina constantemente con una serie de plaguicidas urbanos y agrícolas, a lo largo de todo el ciclo agrícola.

Christian Krupke, profesor de entomología y la investigadora Elizabeth Long, quién en aquel entonces terminaba su doctorado, recolectaron polen de colmenas de abejas melíferas de Indiana, en tres sitios, durante 16 semanas, a fin investigar cuáles son las fuentes de polen que utilizan las abejas a lo largo del ciclo agrícola y determinar si tales fuentes estaban contaminadas con plaguicidas.

Las muestras de polen representaron hasta 30 familias de plantas y los residuos de plaguicidas encontrados abarcaron nueve clases de productos químicos, incluyendo neonicotinoides. No obstante, las concentraciones más altas de plaguicidas en el polen de las abejas, provenían de insecticidas piretroides.

“Aun cuando el polen de planta comestibles representaba sólo una pequeña parte de lo que recolectaron, las abejas de nuestro estudio estuvieron expuestas a un rango mucho más amplio de productos químicos que el esperado”, dijo Krupke. “Los grandes números de plaguicidas encontrados en las muestras de polen fueron sorprendentes; no obstante, los productos químicos son solo parte del problema. Los dueños de hogares con jardines y los cuidadores de jardines urbanos son grandes contribuyentes, incluso cuando esas colmenas estén junto a los campos de cultivo”.

Long, actualmente profesor asistente de entomología de la Universidad Estatal de Ohio, dijo que ella también estaba “sorprendida y preocupada” por la diversidad de plaguicidas encontrados en el polen.

“Si les preocupan las abejas como dueños de hogares, utilicen los insecticidas únicamente cuando realmente los requieran, porque las abejas tendrán contacto con ellos”, dijo.

El estudio sugiere que los niveles totales de exposición a los plaguicidas para las abejas melíferas que habitan en la región conocida como el Cinturón del Maíz, podrían ser considerablemente más altos de lo que pensábamos, dijo Krupke. Esto se debe en parte a que los esfuerzos de investigación y la atención de los medios de comunicación han hecho énfasis en los efectos dañinos de los neonicotinoides sobre los insectos polinizadores, así como sobre su capacidad de viajar y persistir en el medio ambiente.

Sin embargo, solo unos cuantos estudios han examinado la forma en la que las plantas no comestibles exponen a las abejas a otras clases de plaguicidas. Analizar el medio ambiente de las abejas melíferas a través de esta perspectiva más amplia y a lo largo de todo el ciclo agrícola, podría proporcionar información más precisa sobre los alimentos que consumen las abejas, añadió Krupke.

Krupke y Long recolectaron el polen cada semana de mayo a septiembre de colmenas ubicadas en una pradera donde no había cultivos; de las orillas de un campo de cultivo sembrado con semillas tratadas con neonicotinoides  y de las orillas de un campo de maíz, sembrado con semillas sin tratamiento. Esperaron para iniciar su recolección hasta después de que los productores habían sembrado sus cultivos, a fin de evitar el polvo altamente contaminado que se levanta durante la siembra de semillas recubiertas con neonicotinoides.

Las muestras demostraron que las abejas melíferas recolectan la mayor parte del polen de plantas no cultivadas, en especial de la familia que incluye al trébol y la alfalfa.

Los investigadores encontraron 29 plaguicidas en el polen del sitio de las praderas; 29 plaguicidas en el polen del campo de maíz tratado y 31 plaguicidas en el polen del campo de maíz sin tratamiento.

“Estos resultados realmente demuestran la exposición crónica de las abejas melíferas a numerosos plaguicidas a través del ciclo agrícola, y por lo tanto los plaguicidas son considerados un factor importante de estrés a largo plazo para las abejas,” comentó Long.

Los productos químicos más comúnmente encontrados en el polen de los tres sitios, fueron fungicidas y herbicidas, productos típicos para el control de enfermedades y manejo de malezas.

De los insecticidas, los neonicotinoides y los piretroides fueron los más comúnmente encontrados en las muestras de polen, y son los productos que representan mayores riesgos para las abejas, añadió Krupke. Aun cuando ambos productos son tóxicos para las abejas, difieren en sus niveles de riesgo relativo. Los neonicotinoides son más venenosos para las abejas, pero se utilizan principalmente en campos agrícolas.

Por el contrario, los piretroides se utilizan por lo general en los lugares donde los insectos polinizadores acostumbran estar, cerca de los hogares y jardines que tienen muchas plantas en floración; exponiendo de manera potencial a las abejas, a niveles más altos de substancias químicas y con más frecuencia. El estudio mostró distintos picos de piretroides en agosto y septiembre; los meses en los que los dueños de jardines asperjan esos productos químicos para eliminar a los mosquitos, los avispones y otras plagas molestas.

El polen de esos tres sitios también contenía DEET, el ingrediente activo utilizado en la mayoría de los repelentes de insectos.

Krupke dijo que se sabe muy poco de la manera en la que esos plaguicidas interactúan entre sí para afectar a las abejas. La toxicidad de los insecticidas, por ejemplo, puede aumentar al ser combinada con ciertos fungicidas, que de estar solos, son inocuos para los insectos.

Los investigadores no evaluaron la salud de las colonias de abejas en este estudio.

 

FUENTE: hortalizas.com